Era la celebración del día del niño y
me ofrecí a ayudar a organizar los juegos tradicionales, me toco colaborar con
uno de mis juegos favoritos en la infancia, la rayuela. Este
juego requiere una cierta agilidad ya que su objetivo es mejorar el
equilibrio y la coordinación, también ayuda a los niños a aprenderse
los números.
En mi intento los niños se agruparon en
filas, mi sorpresa fue que la mayoría de los niños que observe tenía una idea
de que era el juego, pero no sabían como jugarlo, les comente que
teníamos que situarnos detrás de la casilla número 1, luego
debíamos saltar por cada uno de los números con un pie, aunque habían casillas
en las que teníamos que saltar con los dos pies hasta llegar al
número 10, para luego regresar de nuevo, una vez que llegábamos al inicio
procedíamos a lanzar el tejo (piedra) a la casilla 2 y así se
desarrollaba sucesivamente, claro sin perder el equilibrio, si perdías el
equilibrio o caías en la línea era el turno del siguiente en la fila.
Les expliqué varias veces el
procedimiento, luego cogí a uno por uno para explicarles de nuevo, en mi
intento una joven me observo y también intento explicarles. Por más que
les insistí que era bonito jugarlo, cuando les tocaba saltar abandonaban
el juego. En un parpadear los niños ya se habían desmotivado y
prefirieron jugar en el saltarín y olvidar esos bellos juegos tradicionales que
yo practicaba de niña.
Estas son las
preguntas que pasan por mi mente, como padres, docentes y comunidad en general
tenemos esta gran responsabilidad de motivar a los pequeños en practicar estos
juegos, ya que estos nos permiten tener un acercamiento con las diferentes
generaciones, un padre jugando con su hijo afianza esos lazos, que favorecen a
comprensión del niño y el entendimiento de múltiples aspectos.
Desde las escuelas en las recreovías
también podemos apostarle a la enseñanza de estos maravillosos juegos ya
que transmiten un conjunto de experiencias significativas desde un marco
lúdico que facilita el conocimiento y dominio del cuerpo y sus
movimientos, así como la adquisición de valores y normas necesarias
para la vida en sociedad.